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Al verse

In Cuento on septiembre 25, 2013 by Mariano Montenegro

camaHabían hecho el amor con áspera dulzura y tenían los cuerpos usurpados por ardores erráticos y chispas inquietas que venían desde el fondo del día. Se vistieron rápidamente, de adentro hacía afuera, mirándose de manera inequívoca y saboreando la desnudez que amanecía en cada uno de ellos. Susurraron frases engañosas, vocablos sueltos de oraciones incompletas, gestos arrancados de conversaciones pasadas. Recorrieron la habitación sin temor ni error ni necesidad de fingirse intenciones: la encontraron tibia y sobrecogedora. En el ascensor desconfiaron sin dramatismo: de ellos, del hotel, de la habitación incierta. En la recepción fueron torpes y dulces en el ir y venir de manos y papeles y billetes. Se fueron. A ambos les dolía la noche sórdida de falso sinfín y mágico vaivén de cuerpos en fuga, de cuerpos bailando, de cuerpos sudando debajo de cabezas parlantes bebiendo la última cena diaria. Se fascinaron. Conversaron en un rincón apretado de ruidos y música hipnótica y monocorde pero bella y simple. Ella sonrío sin miedo ni afectación, honestamente. Él se acercó. Se miraron varios minutos en silencio. Se vieron por primera vez, distantes, distintos, entre tantos, tan tontos. Dejaron de verse cuando la noche se había cerrado de humo y personas erráticas como chispas inquietas que venían desde el fondo del día. Se desconocieron. Nunca más volvieron a cruzarse.

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